viernes, 4 de febrero de 2011

LEY ANTIFUMADORES



Desde mi posición de no fumador, me siento tentado a buscar una justificación a la mal llamada Ley Antitabaco, que más bien debiera denominarse Antifumadores. El pensar que con la citada ley mis seres queridos pueden abandonar el sucio y perjudicial hábito de fumar podría servirme si no fuera porque, de acuerdo con Stuart Mill, considero que ni siquiera para reportarlas un beneficio o evitarlas un perjuicio, sea físico o de cualquier otro tipo, está justificado vulnerar la libertad de las personas.
            Así pues, opino que esta ley tiene un tufo totalitario que fácilmente podría haberse evitado mediante, por ejemplo, exenciones de impuestos a los locales que opten por no permitir fumar, o un gravamen adicional a quienes opten por la opción contraria, de manera que se vieran obligados estos últimos a repercutir dicho gravamen sobre los precios, y fuera, en última instancia, la ley de la oferta y la demanda la encargada de acabar con el vicio de fumar.

Serafín Alcázar Cuesta

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