lunes, 13 de diciembre de 2010

La Tribuna, 12 de diciembre de 2010 DIGNIDAD, RESPONSABILIDAD, CONCIENCIA

Dice un proverbio italiano: Non è si tristo cane che non meni la coda, esto es, no hay perro tan desdichado que no menee la cola.
            El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tiene previsto regular la muerte. El objetivo, ha manifestado el vicepresidente Rubalcaba, es garantizar los derechos de los pacientes, sus familiares y médicos, y el derecho “a morir dignamente”, que es lo mismo que decir “morir sin dolor”.
            En una entrevista concedida poco antes de morir, el genial Berlanga afirmaba: “El dolor me jode, pero más me jode morirme”, y: “A mí no me desconectéis de la máquina, mientras esté vivo, me mantenéis vivo”. A mí, la verdad, Berlanga me parecía un señor dignísimo, sabedor de un imperativo moral: vivir la vida hasta el último suspiro con toda la pasión de que seamos capaces. El señor Berlanga verdaderamente amaba la vida. Ahora ha venido el señor Rubalcaba -hombre siniestro donde los haya-, a decirnos que, en determinadas circunstancias, lo digno es morirse. Valiente majadería. Permítame el señor vicepresidente que le diga que no, que el dolor dignifica a la persona, que es deber del ser humano vivir. El sano y el enfermo se encuentran en distintas circunstancias, pero ambos tienen, más allá de sus desdichas, el derecho y el deber de vivir. “La reabsorción de la circunstancia”, decía Ortega, “es el destino concreto del hombre”.
            Lo que este Gobierno pretende es endulzarse y endulzarnos la vida a los que aun nos quedan años de ejercer de votantes. Sólo desde este punto de partida hay que juzgar la eliminación de una vida molesta. “El Gobierno”, decía doña Bibiana Aído, “tiene una responsabilidad respecto al aborto”. Responsabilidad quizá, señora Aído, pero conciencia, no.

Serafín Alcázar Cuesta

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